EL
PODER DEL QUE NO SABE
Un dìa de homenaje que desnuda las debilidades del
poder. La fuerza de las ideas fortalecen la memoria de años nada gratos en
nuestra historia reciente pero aùn quedan grietas y es imprescindible que desde los sectores
responsables se enfoque en ellas para que el futuro que estamos construyendo desde un nuevo
presente no quede solo en un sueño.
El domingo 24 de marzo bajo la consigna MEMORIA VERDAD
Y JUSTICIA, miles de personas se volcaron a las calles de la ciudad de Buenos
Aires para recordar un dìa negro de nuestra historia argentina. El golpe
militar del 76 que derrocarìa el gobierno liderado por Isabel Peròn dejò una
marca imborrable en nuestra sociedad, no solo por la imposición de un sistema
dictatorial sino por el resultado de la desaparición (asesinato) de 30 mil
personas de las cuales miles de ellas
nada tenìan de compromiso militante .
Desde antes del mediodìa se podìan ver llegar las
diversas agrupaciones que marchaban con
sus banderas en alto pero bajo la misma consigna. Familias enteras que recordaban el terror y
aùn muchos que solo enfocan su recuerdo en las desapariciones fìsicas, como si
recordar elcontexto se tornara insoportable. El asombro, desde lo personal,
por la inmensa cantidad de almas que abrazando la significativa plaza de mayo
generaban un clima difícil de explicar. La sensibilidad se apoderò de las
calles porteñas, pero no pudo hacerlo en forma total con algunos manifestantes,
que, un poco lejos del motivo de la movilización, necesitaban demostrar que
bajo un chaleco o remera que los identificaba como parte de una organización
polìtica, existìa un ser con cierto “poder”. Un poder que no condice con la
democracia ni con lo que se predica. Un “poder” que quienes realmente lo tienen
deberìan capacitar seriamente a quienes
les otorgan la responsabilidad de velar por la seguridad de un grupo.
Sin ningún inconveniente, me integrè en el sector de
prensa, delante de la columna de La
Càmpora capital, con sus dirigentes a la cabeza: Andrès
“cuervo” Larroque, Mariano Recalde y Juan Cabandiè. Tomè imàgenes desde todos
los ángulos y ante muchas expresiones de los militantes, que a travès de un
lenguaje no solo musical sino gestual, desbordaban su sentir ideològico. Todo era una mezcla de sentimientos
encontrados: el recuerdo de quienes no estàn y cantos de alegrìa por el camino
marcado y el valor de la democracia. Continuando mi recorrido para captar
imàgenes, al tomar una fotografìa de la
bandera de “Mùsicos con Cristina”, un jovencito bastante desorientado pero con
una pechera celeste con la identificación de La Campora , intenta bloquear
la imàgen gritando con prepotencia que los ùnicos “habilitados” para tomar fotografìas
son los de su agrupación. De una forma muy clara le explico que fuera de su
cìrculo existe un paìs DEMOCRATICO donde yo tengo mis derechos y los harè
respetar cueste lo que cueste. Al no tener respuesta se “dio” por vencido y se
retirò como estuviera haciendo un favor a un sistema que grita a los cuatro
vientos que defiende……..pero que desconoce en su totalidad. Es evidente que
este nivel de militancia necesita una supervisaciòn seria de los lìderes que
interactùan con total responsabilidad, seriedad y compromiso con la sociedad,
cosa que pude comprobar por medio de los dirigentes nombrados anteriormente.
Otro caso curioso que no quiero omitir es que buscando
un cruce en la avda 9 de Julio (casi misiòn imposible, pero que al final
logrè), con la calle destruìda y su paso interrumpido no solo por las obras de
destrucción del gobierno porteño sino por columnas apostadas allì, al intentar
pasar por un pequeño “pasillo” imaginario armado por la organización TUPAC
AMARÙ, una mujer mayor , me cierra el paso y me “prohìbe” pasar. Ante mi enojo
evidente y fundamentos de razòn me da una respuesta que encendiò la luz
amarilla del sentido comùn: “ Ah…no sè. Pregùntele a mi PATRÒN”.
La memoria me llevò inevitablemente al pasado
siniestro, pero no solo de la dictadura sino tambièn de la “egocracia
democràtica”. Y temì por el “poder” del que no sabe.
Y allì en medio de la emoción que innegablemente
bañaba las callecitas de Buenos Aires sentì que aùn hay cosas importantes por
hacer, màs que exigir y criticar.
Una de las mayores demandas de la sociedad es la
calidad educativa. Èsta debe darse en todos los òrdenes y en todos los niveles.
A travès de ella iremos recuperando el valor del respeto tan vapuleado en
dècadas pasadas recientemente y seguramente asì seremos capaces de sostener,
valorar y proteger el logro del èxito que superò la tortura.
“Sean eternos los laureles que supimos conseguir”
Mònica D’Assisi
Periodismo In-Formal