martes, 26 de marzo de 2013

EL PODER DEL QUE NO SABE


EL PODER DEL QUE NO SABE

Un dìa de homenaje que desnuda las debilidades del poder. La fuerza de las ideas fortalecen la memoria de años nada gratos en nuestra historia reciente pero aùn quedan grietas  y es imprescindible que desde los sectores responsables se enfoque en ellas para que el futuro  que estamos construyendo desde un nuevo presente no quede solo en un sueño.


El domingo 24 de marzo bajo la consigna MEMORIA VERDAD Y JUSTICIA, miles de personas se volcaron a las calles de la ciudad de Buenos Aires para recordar un dìa negro de nuestra historia argentina. El golpe militar del 76 que derrocarìa el gobierno liderado por Isabel Peròn dejò una marca imborrable en nuestra sociedad, no solo por la imposición de un sistema dictatorial sino por el resultado de la desaparición (asesinato) de 30 mil personas  de las cuales miles de ellas nada tenìan de compromiso militante .
Desde antes del mediodìa se podìan ver llegar las diversas agrupaciones que marchaban  con sus banderas en alto pero bajo la misma consigna.  Familias enteras que recordaban el terror y aùn muchos que solo enfocan su recuerdo en las desapariciones fìsicas, como si recordar elcontexto se tornara insoportable. El asombro, desde lo personal, por la inmensa cantidad de almas que abrazando la significativa plaza de mayo generaban un clima difícil de explicar. La sensibilidad se apoderò de las calles porteñas, pero no pudo hacerlo en forma total con algunos manifestantes, que, un poco lejos del motivo de la movilización, necesitaban demostrar que bajo un chaleco o remera que los identificaba como parte de una organización polìtica, existìa un ser con cierto “poder”. Un poder que no condice con la democracia ni con lo que se predica. Un “poder” que quienes realmente lo tienen deberìan capacitar  seriamente a quienes les otorgan la responsabilidad de velar por la seguridad de un grupo.
Sin ningún inconveniente, me integrè en el sector de prensa, delante de la columna de La Càmpora capital, con sus dirigentes a la cabeza: Andrès “cuervo” Larroque, Mariano Recalde y Juan Cabandiè. Tomè imàgenes desde todos los ángulos y ante muchas expresiones de los militantes, que a travès de un lenguaje no solo musical sino gestual, desbordaban su sentir ideològico.  Todo era una mezcla de sentimientos encontrados: el recuerdo de quienes no estàn y cantos de alegrìa por el camino marcado y el valor de la democracia. Continuando mi recorrido para captar imàgenes,  al tomar una fotografìa de la bandera de “Mùsicos con Cristina”, un jovencito bastante desorientado pero con una pechera celeste con la identificación de La Campora, intenta bloquear la imàgen gritando con prepotencia que los ùnicos “habilitados” para tomar fotografìas son los de su agrupación. De una forma muy clara le explico que fuera de su cìrculo existe un paìs DEMOCRATICO donde yo tengo mis derechos y los harè respetar cueste lo que cueste. Al no tener respuesta se “dio” por vencido y se retirò como estuviera haciendo un favor a un sistema que grita a los cuatro vientos que defiende……..pero que desconoce en su totalidad. Es evidente que este nivel de militancia necesita una supervisaciòn seria de los lìderes que interactùan con total responsabilidad, seriedad y compromiso con la sociedad, cosa que pude comprobar por medio de los dirigentes nombrados anteriormente.
Otro caso curioso que no quiero omitir es que buscando un cruce en la avda 9 de Julio (casi misiòn imposible, pero que al final logrè), con la calle destruìda y su paso interrumpido no solo por las obras de destrucción del gobierno porteño sino por columnas apostadas allì, al intentar pasar por un pequeño “pasillo” imaginario armado por la organización TUPAC AMARÙ, una mujer mayor , me cierra el paso y me “prohìbe” pasar. Ante mi enojo evidente y fundamentos de razòn me da una respuesta que encendiò la luz amarilla del sentido comùn: “ Ah…no sè. Pregùntele a mi PATRÒN”.
La memoria me llevò inevitablemente al pasado siniestro, pero no solo de la dictadura sino tambièn de la “egocracia democràtica”. Y temì por el “poder” del que no sabe.
Y allì en medio de la emoción que innegablemente bañaba las callecitas de Buenos Aires sentì que aùn hay cosas importantes por hacer, màs que exigir y criticar.
Una de las mayores demandas de la sociedad es la calidad educativa. Èsta debe darse en todos los òrdenes y en todos los niveles. A travès de ella iremos recuperando el valor del respeto tan vapuleado en dècadas pasadas recientemente y seguramente asì seremos capaces de sostener, valorar y proteger el logro del èxito que superò la tortura.
“Sean eternos los laureles que supimos conseguir”

Mònica D’Assisi
Periodismo In-Formal